La vida laboral en España y las actitudes hacia el trabajo GapFill

Cuando tenía diecisiete años creía que tenía planificado todo mi  impuestofuturocolectivovida. Soy Ángela y tengo veintisiete años. En aquellos momentos lo veía todo de forma diferente. No existía  tristefelizangustiatriunfo ni miedo. Estaba estudiando y todos mis exámenes iban muy bien. Conseguí suficiente nota para hacer la carrera que siempre había deseado: Grado en Educación Primaria. Lo veía todo claro; empezaría a estudiar a los dieciocho una  gradotasacarrerafirma de cuatro años, así que para los veintidós habría terminado. Esto suponía que para los veintitrés o veinticuatro haría las oposiciones para optar a un  sueldoformaciónpuestosubida de trabajo en un colegio público. Era todo perfecto. Con tan solo veinticuatro años estaría trabajando como profesora de primaria con un buen  sueldonegociotriunfogrado fijo todos los meses. Para ese entonces estaba saliendo con Ramón, un chico del que estaba locamente enamorada. Pensábamos en  casarnoslicenciarnosilusionarnosvoluntarios después de los veintiséis y antes de los treinta tendríamos una  casavidatasaangustia propia y al menos un hijo. ¡Qué ilusos! Hoy, en el 2019, diez años después, sigo sin conseguir un puesto de trabajo en un colegio porque el Gobierno no ofrece las suficientes plazas vacantes; como consecuencia, vivo en casa de mis padres y de vez en cuando trabajo en restaurantes y tiendas de ropa para ganar un dinerillo para mis  recaudarsueldosingresosgastos. Ramón y yo lo dejamos después del primer año universitario, así que ni trabajo, ni casa, ni hijos, ni  sueñoimpuestomatrimonioangustia. ¡En mal momento llegó esta crisis que  ilusionóarruinóalegróéxito la juventud de millones de españoles! ¿Y sabéis lo peor? Nosotros no tuvimos nada que ver con esa crisis, pero ahora nos estamos comiendo las consecuencias con patatas fritas.